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Tú con tus poderes, siendo libre

20.01.2022


Mi familia dice que tengo una memoria increíble sobre muchas cosas del pasado lejano, hay uno de esos recuerdos de cuando era niña, que guardé para siempre. Tendría unos 5 años y me veo sentada a los pies de la cama de mis papás, viendo en televisión un torneo mundial de patinaje artístico.


Me encantaba ver a esas mujeres divinas dominando esas botas con ruedas que casi las hacían flotar. Desde entonces, siempre quise patinar, yo quería ser una de ellas, eso tenía que ser lo más cercano a volar.


Unos años después en navidad recibí unos patines y aprendí solita a andar hacia adelante y a frenar pero no llegué más allá, y es que nunca le conté a nadie sobre la emoción que me producía y sobre ese deseo de ser una patinadora de verdad, de esas del torneo mundial, así que no tomé clases para haber enfocado mis esfuerzos en aprender y llegar muy lejos.


La vida es como patinar, no es tan simple como echar a andar hacia adelante... hay que hallar la seguridad, el equilibrio, la calma, aprender a moverse, a mantenerse en pie hasta encontrar el balance...

El tiempo pasó, yo crecí y los patines se quedaron pequeños así como ese sueño que poco a poco fui olvidando, pero esa chiquita de 5 años con ese deseo inmenso de patinar se quedó para siempre dentro de mí.


Este camino que he recorrido, con tramos fáciles y otros no tanto, me ha demostrado que nunca, o casi nunca es tarde para nada… que el secreto está en descubrir tus pasiones y dar el paso para vivirlas sin dudar, sin temor, eso es en buena medida lo que construye la felicidad.


La sociedad, el mercado, las tendencias nos dicen con cierto tonillo molesto de autoridad que a cierta edad -muy temprana, por cierto-, ya estás obsoleto, pero ahora más que nunca, después de los dos años más difíciles que hemos vivido como humanidad*, está claro que el tiempo es relativo, que no es un tema numérico, es un tema de actitud frente a la vida.


Hoy tengo 42 años y decidí patinar, compré mis patines, mis equipos de protección y he empezado a tomar clases de roller dance; ya mi expectativa no es ni siquiera rodar hacia adelante, ahora quiero bailar en patines, lo cual es mucho mejor y más retador, dos pasiones en un solo esfuerzo.



El entorno dice que al haber entrado en mi cuarta década ya estoy vieja para muchas cosas como encontrar un trabajo, empezar a aprender un instrumento, practicar algún deporte con un buen desempeño, para darle la vuelta al mundo sola si así lo quisiera, según los estándares sociales ya estoy tarde para muchas cosas.


Pero no, no hay tal, es ahora cuando estoy en mi plenitud, me siento joven, dinámica, con ganas y nunca es tarde para dar ese primer paso en busca de tus sueños, de tus propios retos; me he olvidado del reloj y un simple número no me detuvo.


Lo decidí, empecé y lo estoy haciendo; esas son las cosas grandes o pequeñas que te llenan de ganas de vivir, son esos logros personales que dibujan sonrisas profundas e indelebles en la mente y en el corazón, y pues, a eso vinimos a la vida, a ser felices; no a hacer feliz a nadie a costa de nuestra propia esencia, sino a ser felices nosotros mismos porque al fin y al cabo, las personas vienen y van. Hay quienes pasan por tu vida dejando huella, pero otras, pasan arrasando con todo lo bueno que tienes para dar y se alejan sin más después de robar toda tu energía, entonces la felicidad es definitivamente un asunto personal.


Lo decidí, empecé y lo estoy haciendo; esas son las cosas grandes o pequeñas que te llenan de ganas de vivir, son esos logros personales que dibujan sonrisas profundas e indelebles en la mente y en el corazón.

He dado con algunas personas que han sabido romperme profundamente en mis sentimientos, mis convicciones, mis conocimientos, mis sueños, incluso haciéndome dudar de mis talentos, pero he encontrado siempre en mis pasiones la manera de sanar y ahora en el patinaje hallé una nueva motivación que me permite mantenerme en forma, hacer lo que me gusta, volver a llenar mi vida de música, disfrutar, mover mi cuerpo con energía, sentirme dinámica, sentirme bonita, es una maravillosa terapia para el cuerpo, el alma y mi autoestima, así que nunca es tarde para nada y cualquier esfuerzo que hagas por ti, bien merece la pena porque te permite crecer y avanzar.


Mi premisa por estos días es que Soy suficiente, soy fuerte y soy capaz; soy mi fuente de felicidad y siempre hay tiempo, espacio y lugar para empezar. Es tiempo de decirle sí a todo lo que sientas que te hace bien y te hace feliz, y así silenciar esas voces internas y externas que te dicen que no lo lograrás.



Amo las analogías y he descubierto que la vida es como patinar, no es tan simple como echar a andar hacia adelante... hay que hallar la seguridad, el equilibrio, la calma, aprender a moverse, a mantenerse en pie hasta encontrar el balance y cuando estés seguro, ahí si andar mirando al horizonte, con la tranquilidad de que ya has aprendido a estar en pie, a girar, a correr disfrutando del viento en la cara, incluso has aprendido a caer para que duela menos y a levantarte con la misma seguridad que tenías antes de haber caído, para seguir intentando pese a los golpes.


Habrá quien te tienda la mano para que no pierdas el equilibrio, quien te quiera acompañar, pero también habrá quien te suelte o incluso te empuje para verte caer, así que en realidad el recorrido es contigo mismo, solo depende de ti.

Cuando el aprendizaje, el conocimiento, el entrenamiento, la experiencia y el disfrute te dan la confianza necesaria, ya no bastará con avanzar en línea recta, estarás listo para bailar con plena libertad, para disfrutar de la fiesta en compañía o en soledad, sin miedo a caer, sin temor a lo que digan los demás, sin pena, eres tú con tus poderes, limpiando tus raspones, queriendo y queriéndote más, y siendo libre.




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*Dejo esta nota al pie para cuando alguien de otro tiempo quizás me lea… me refiero a la pandemia del Covid-19.

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